Nudo gordiano

Todos sabemos que Alejandro Magno, según nos ha llegado su historia, fue uno de los hombres más poderosos de la Tierra. Pero cabe decir que, además, era especialmente destacado por su inteligencia. Y no es para menos, contó con uno de los mejores profesores de la historia, el mismísimo Aristóteles. Existe una leyenda que es precisamente prueba de esa perspicacia, y que, de camino, puede aún servirnos para mucho a la hora de afrontar los problemas que nos aquejan a todos.

Todo empieza en un rincón del mundo antiguo llamado Frigia. Una población de la región de Anatolia, que actualmente estaría situada en Turquía. Allí se necesitaba un nuevo rey, por lo que sus habitantes decidieron consultar un oráculo, algo bastante común en la antigüedad, esperando que la sabiduría divina les iluminase. Dicho oráculo les vaticinó que su rey llegaría tirando de un carro y curiosamente con un cuervo posado sobre él. Lo cierto es que solo la escena tiene una imagen bellamente legendaria.

Como no podía ser de otra manera, al poco tiempo llegó a la ciudad un hombre que se ajustaba precisamente a esa descripción. Y, para sorpresa de muchos, no era más que un labrador cuyas más preciadas pertenencias eran una carreta y sus bueyes. No obstante, el pueblo siguió las indicaciones del oráculo y aquel hombre de origen humilde, que se llamaba Gordias, fue elegido rey.

Siendo así, el nuevo monarca fundó la ciudad de Gordión. Allí, en un templo dedicado a Zeus, dejó como ofrenda, en señal de agradecimiento a los dioses por la nueva situación que vivía, su carro atado con un nudo que tenía todos sus cabos escondidos, siendo imposible de desatar. Esta peculiar ofrenda precisamente se convirtió en el germen de una nueva leyenda. Pasado el tiempo se extendió el mito de que aquel que fuera capaz de desatar ese nudo imposible conquistaría Asia por completo.

Como no podía ser de otra forma, esta nueva leyenda contó con un héroe que cumpliera tal objetivo, y esta vez de una gran categoría, no sería otro que el gran Alejandro. Todo empieza en esta segunda parte debido a que Alejandro Magno, en su camino para conquistar Persia, pasó por la ciudad de Gordión. Es decir, él ya era conocido como “el grande” y se dirigía a conquistar el Imperio persa, en el 333 a. C. Tras cruzar el Helesponto, conquistó Frigia y allí se enfrentó al reto de desatar el nudo, dando de nuevo un golpe de efecto a su propio mito.

Tras estar un rato mirando el nudo Alejandro sacó su espada y lo cortó con ella. Al hacerlo dijo en voz alta “tanto monta desatarlo como cortarlo“. Por si fuese poco, se dice que esa noche el cielo se llenó de rayos que todos atribuyeron al beneplácito de Zeus por aquella solución.

La leyenda contada no pasó desapercibida, tan admirables se consideraron estos hechos que, a raíz de lo aquí narrado, el rey Fernando II de Aragón utilizó en su escudo el lema “Tanto monta” junto a un yugo y un nudo desatado.

Una lectura simple de esta historia pudiera darnos a entender que la actitud de Alejandro invita a deducir que la moraleja resultante es que no importa cómo se hagan las cosas, sino que lo importante es que se consiga. Pero lo cierto es que la cuestión presentada aquí no es tan simple. Todo lo contrario, es tremendamente inspiradora si se atiende a ella de cerca.

De hecho, actualmente la expresión nudo gordiano se refiere a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo de difícil salvación o solución, en especial cuando esta situación solo admite soluciones creativas que implican la ruptura de las formas anteriores. Siendo así, “cortar el nudo gordiano” significa a grandes rasgos resolver tajantemente un problema. Es decir, implica que, descubriendo la esencia del mismo, podremos revelar todas sus implicaciones y cortar de raíz aquello que nos dificulta el avance.

De igual forma cabe decir que la solución de Alejandro conlleva salirse de la norma y las formas que hasta entonces habían intentado otros. Siendo creativo y rompedor, al tiempo que valiente, cumplió el objetivo y con ello su propia leyenda, pues, tal y como predecía el mito, conquistó medio mundo.

Esta historia me llegó a través de un buen maestro que invitaba a romper con lo establecido. Tanto a él como a los que se atrevan a seguir la enseñanza de Alejandro va dedicada la presente reflexión, invitando con ella a romper las ataduras de lo que otros han establecido para así construir nuestra propia leyenda.

Raquel Moreno Lizana.