Bauman y la Modernidad Líquida

La Modernidad Líquida de Bauman es una obra que pretende describir al sujeto contemporáneo y cuyos conceptos han calado en la sociedad. Quizá, han llegado para quedarse. Pero, ¿qué implica exactamente este concepto?

“Es difícil concebir una cultura indiferente a la eternidad, que rechaza lo durable. Es igualmente difícil concebir una moralidad indiferente a las consecuencias de las acciones humanas, que rechaza la responsabilidad por los efectos que esas acciones puedan ejercer sobre otros. El advenimiento de la instantaneidad lleva a la cultura y a la ética humanas a un territorio inexplorado, donde la mayoría de los hábitos aprendidos para enfrentar la vida han perdido toda utilidad y sentido”.

Z. Bauman. Modernidad Líquida.

¿QUIÉN ES BAUMAN?

Zygmunt Bauman (Poznan, 1925 – Leeds, Inglaterra, 2017) es un sociólogo polaco. Miembro de una familia de judíos no practicantes, que hubo de emigrar con su familia a Rusia cuando los nazis invadieron Polonia.

Su pensamiento parece traer una de las “mejores” descripciones del sujeto contemporáneo, es decir, de quienes somos. Al menos teniendo en cuenta que la mayoría de lectores han empatizado con su mensaje.

Quizá estamos ante uno de los grandes nombres de la historia del saber. Cuya obra nace de un constante esfuerzo por conocer un poco más al ser humano.

NACIMIENTO DE UN MAESTRO: BAUMAN

Bauman estudió sociología en la Universidad de Varsovia, carrera que hubo de cambiar por la de filosofía, debido a que los estudios de sociología fueron suprimidos por entonces en dicho país.

La obra de Bauman es tan rica como lo es su propuesta filosófica. De hecho, comprende cincuenta y siete libros y más de cien ensayos. Y todos ellos están orientados en conocer al sujeto que somos. Desde su primer trabajo, acerca del movimiento obrero inglés, los movimientos sociales y sus conflictos fueron de su interés, si bien su abanico de temáticas que aborda fue mucho más amplio.

INFLUENCIAS

Su pensamiento siempre estuvo muy influido por otra gran figura de la historia del pensamiento: Gramsci. Y, de igual forma, Bauman nunca llegó a renegar completamente de los postulados de Marx.

Bajo estas influencias pero con un pensamiento y carácter propios, la voz de Bauman comenzó a destacar a la hora de describir los fenómenos del mundo en el que estamos inmersos.

De esta manera, sus obras de finales de los 80 y principios de los 90 adquirieron una gran popularidad. En ellas, Bauman analiza las relaciones entre la modernidad, la racionalidad imperante y la exclusión social. El resultado: una descripción del mundo en el que vivimos con la que los lectores empatizaron irremediablemente. Y es que, en algunas de estas obras, las páginas hacen la función de un espejo. Nos vemos reflejados en sus letras. Pero, ¿cómo nos describe exactamente Bauman?

LOS PRINCIPIOS DE LA MODERNIDAD LÍQUIDA

Bauman nos describe bajo un concepto que sigue muy vivo: Modernidad Líquida. Al que llega a través de años de años de estudio, que manifiestan en su obra una especie de deconstrucción del mundo en el que vivimos.

Para empezar, siguiendo a Sigmund Freud, Bauman concibió la modernidad europea como el producto de una transacción entre la cesión de libertades y la comodidad para disfrutar de un nivel de beneficios y de seguridad. Es decir, nuestra sociedad renuncia a libertades a cambio de una vida cómoda y aparentemente segura.

Así, la modernidad implica una búsqueda de orden y control a través de la racionalidad. Y, según Bauman, la modernidad en su forma más consolidada requiere la abolición de interrogantes e incertidumbres. Es decir, el sujeto moderno transita tras la idea de seguridad. Necesita de un control sobre la naturaleza y de reglas y regulaciones para disfrazar los aspectos caóticos de la vida humana como organizados y familiares.

Sin embargo, estos esfuerzos no terminan de lograr el efecto deseado. De ahí una constante sensación de insatisfacción del sujeto moderno, que a pesar de los esfuerzos, no consigue controlar lo que le rodea. Y es que cuando la vida parece que comienza a circular por carriles predeterminados, habrá siempre algún grupo social que no encaje en los planes previstos y que no pueda ser controlado.

LA SEGURIDAD ES UNA ILUSIÓN

Bauman acudía al personaje de la novela El extranjero de Albert Camus para ejemplificar la idea escrita en líneas anteriores. Bajo la influencia de la filosofía de Jacques Derrida, Bauman describió al “extranjero” como aquel que está presente pero que no nos es familiar y que, por ello, es socialmente impredecible. Con lo cual, muestra nuestra incapacidad de controlarlo todo, a pesar de las aspiraciones de la Modernidad. Es decir, con ello nos lleva a la idea de que la seguridad es una ilusión.

Así, en su obra Modernidad y ambivalencia, Bauman describe cómo la sociedad afronta estos elementos extraños en su seno. Y es que, por un lado, los acoge y admite cierto grado de extrañeza, de diferencia en las pautas de comportamiento pero, por otro, subyace el temor a los personajes no adaptados, que viven al margen de las normas aceptadas. Es decir, en su ansia de orden y control la modernidad acoge pero teme que que algo se salga de la norma, y de ahí, el miedo y rechazo a lo diferente. Pues esto nos recuerda que, como ya se ha dicho, la seguridad que buscamos es una ilusión.

ELEMPLO DEL HOLOCAUSTO

En esta línea de pensamiento, Bauman aborda distintos fenómenos sociales, históricos y contemporáneos. Así, en su obra más conocida, Modernidad y holocausto, sostiene que el holocausto no debe ser considerado como un hecho aislado en la historia. No se trataría de un ataque exclusivo al pueblo judío. Bauman considera al holocausto como precursor de los intentos de la modernidad de generar el orden imperante. Es decir, como un rechazo a lo diferente por el ansia de control.

Con ello comprendemos una idea fundamental en el pensamiento de Bauman. Esta es que la racionalidad como procedimiento, la división del trabajo en tareas más especializadas, la tendencia a considerar la obediencia a las reglas como moral y algo intrínsecamente bueno, tuvieron en el holocausto su grado de incidencia para que éste pudiera llevarse a cabo.

Los judíos se convirtieron en los “extranjeros” por excelencia, pero este hecho trágico era realmente el síntoma de una sociedad que manifestaba su ansia de control. Pero, Bauman afirma, al igual que el filósofo Giorgio Agamben, que los procesos de exclusión y de descalificación de lo no catalogable y controlable siguen aún vigentes. La causa: el miedo humano ante lo que no es capaz de controlar.

MIEDO LÍQUIDO

Al miedo difuso, impreciso, que no tiene en la realidad un referente determinado, lo denominó Bauman “miedo líquido”.

Según Bauman este miedo es omnipresente en la “Modernidad líquida” actual. Es, por tanto, una constante en el sujeto que somos y el principio de muchos de nuestros problemas.

El ansia de seguridad y control procede, precisamente, de él. De un sujeto que teme no controlar la realidad. Pero es un miedo invisible, del que no somos de todo conscientes, porque justificamos nuestras acciones en una racionalidad enfocada al control y la búsqueda de una sensación de seguridad que nunca llega del todo. Es una de las características de lo que Bauman denomina Modernidad Líquida.

En lo que Bauman llama Modernidad Líquida, es decir, en nuestra sociedad, las instituciones y organismos sociales no tienen tiempo de solidificarse. Vivimos en la era de la prisa, en unos tiempos de cambio constante. De ahí que estas instituciones no puedan ser fuentes de referencia para las acciones humanas y para planificar a largo plazo. Todo se diluye pronto, esto es la liquidez de nuestro mundo. La falta de estructuras solidad que nos permitan una estabilidad que nos aleje de este miedo líquido.

En consecuencia con estas circunstancias, los individuos se ven llevados a realizar proyectos inmediatos, a corto plazo. Lo que da lugar a una vida en la que los conceptos de carrera o de progreso para ser aplicados cuentan con un sujeto siempre dispuesto a cambiar de estrategias y a olvidar compromisos y lealtades en favor de oportunidades fugaces. Pero todo es fugaz, nada es seguro. Y de ahí el constante miedo de una sociedad que es, ante todo, insegura, pero rara vez lo reconoce.

Esto anuncia un constante dolor existencial en el sujeto líquido del que habla Bauman, y que somos cada uno de nosotros.

LA CIRCUNSTANCIA DEL SUJETO LÍQUIDO

Teniendo en cuenta lo escrito, ¿cúal sería la circunstancia de sujeto líquido en los tiempos que corren, según Bauman? Es decir, ¿qué problemas, consecuencias de dicho miedo, caracterizan la vida líquida que llevamos?

Podríamos responder a dicha pregunta con un ejemplo muy ilustrativo. Imagínese por un momento un individuo que un día se despertase con la angustiosa sensación de sentirse, de golpe, absolutamente aislado del mundo exterior. Se siente torpe, pesado; sin posibilidad de acceder a vínculos humanos de ningún tipo. Todo vínculo es fugaz, está condenado a la extinción, por lo que vive siempre intranquilo. 

Añadamos a este caso hipotético el hecho de que dicho sujeto carece de acceso a conectividad electrónica en ninguna de sus formas. Y, además, carece de capacidades para competir libremente en un entorno de individuos satisfechos y autosuficientes para los que la supervivencia material ya no está en juego. 

En definitiva, sin habilidades psicosociales para conseguir un contrato más que optimice,  después de una larga y polifacética carrera, sus medios de subsistencia y asegure su posición social.  Sin las habilidades de seducción personal necesarias para conseguir una pareja o, al menos, atraer a los demás individuos y suscitar empatía.  Sin el criterio estético adecuado para impresionar a los demás por nuestro estilo personal y libremente escogido y suscitar simpatía.

Un individuo cansado, paralizado por su identidad fragmentada y por la angustiosa responsabilidad de tener que elegir la que considera una vida óptima entre casi ilimitadas opciones que dependen de su libertad para elegir y consumir en un mundo libre. Además, en ese mundo ya no existen vínculos comunitarios más allá del elemental vínculo biológico y la vida cotidiana en él permite el placer en función a la materialización de los deseos consumistas.

Un individuos sin responsabilidades respecto a los otros en cuanto que defiende, sobre todo, su libertad individual. Pero, por ello mismo, está condenado a la soledad y sin posibilidad de vínculos sólidos. Con la constante sensación de inseguridad y pérdida que esto conlleva.

LA ANGUSTIA DEL SUJETO LÍQUIDO

El sujeto líquido aparece, entonces, como un individuo cuya angustia vital sólo resulta interesante a los demás en tanto en cuanto producto de consumo. Un individuo angustiado porque la ansiada libertad le ha llevado al individualismo, que como moneda de cambio le separa del “otro” al que sabe necesita, pero teme porque no es algo que se pueda controlar. Siente una angustia vital, pero no conoce la fuente de incertidumbre que afecta a su vida cotidiana y, además, carece de la información necesaria para ello. 

¿Es esa nuestra situación? Ese somos nosotros según Bauman, sujetos líquidos que deben lidiar con una constante incertidumbre. Que necesita al otro, diferente e incontrolable, pero lo teme y se aleja de éste en favor de una supuesta libertad individual que no le satisface. Si esta descripción es acertada o no es algo que el lector deberá decidir por sí mismo.

Raquel Moreno Lizana.