Kierkegaard. Filósofo maldito

El padre del filósofo S.Kierkegaard, Michael Pedersen Kierkegaard, estaba convencido de que se había ganado la ira de Dios, y por ello creía que ninguno de sus hijos viviría más allá de la edad de Jesucristo, 33 años. Pensaba que sus pecados, tales como maldecir el nombre de Dios en su juventud y posiblemente embarazar a la madre de Kierkegaard fuera del matrimonio, eran merecedores de ese castigo. Por ello mismo, pensaba que el que hoy conocemos como padre del existencialismo estaba maldito.

Aunque ciertamente muchos de sus siete hijos fallecieron jóvenes, su predicción se demostró errónea al superar dos de ellos dicha edad. Esto ejerció una enorme influencia en el filósofo danes, que se deja ver en sus pensamientos sobre la existencia humana, como aquella que irremediablemente carga con el peso de su angustia vital. Tan temprana introducción a la noción de pecado, y en la relación entre padre e hijo, radican en gran medida los fundamentos de muchos de los trabajos de Kierkegaard, especialmente de su obra de Temor y temblor, cuya lectura aprovecho para recomendar. 

El deseo de su padre

Cabe decir que a pesar de que la melancolía religiosa ocasionalmente afectaba a su padre por su creencia en dicha maldición, Kierkegaard y él estaban estrechamente unidos. De hecho, Kierkegaard aprendió a explorar el reino de su imaginación mediante una serie de ejercicios y juegos que ambos practicaban juntos.

El padre del filósofo (cuya influencia fue notable hasta el final de sus días) murió un 9 de agosto de 1838, a la edad de 82 años. Antes de su fallecimiento, le pidió a su hijo Søren que se hiciera pastor.

La vida religiosa de su padre había dejado una profunda huella en el pensador, por lo cual se sintió obligado a cumplir su deseo. Dos días después, el 11 de agosto, Kierkegaard escribió: «Mi padre murió el miércoles. Había deseado mucho que viviera unos pocos años más y veo su muerte como el último de los sacrificios que hizo por mí; …murió por mí con el fin de que, de ser posible, pueda convertirme todavía en algo. De todo lo que he heredado de él, su recuerdo, su transfigurado retrato… es lo más preciado para mí, y tendré mucho cuidado de preservar su memoria escondida a salvo del mundo».

Promesa incumplida

Esta promesa le llevó a empezar a estudiar teología, no obstante, el camino de Kierkegaard, afortunadamente para nosotros, terminó bifurcándose hacia la filosofía para romper muchos de los esquemas de la disciplina. Este hecho así como su ruptura amorosa para dedicarse al saber ayudaron a germinar una nueva forma de discurrir filosófico, que anunciaba la figura de un genio. Se convertiría con los años en el padre de una nueva corriente de pensamiento, y escapó de la “maldición” a la que su padre le veía condenado.

¿Qué filosofía resultó nacer de unas influencias tan peculiares?  Nada menos que el origen del existencialismo cuyo alcance llega a nuestros días.

Raquel Moreno Lizana.