Teano de Crotona, la pitagórica que muchos olvidaron

Seguramente, si se le pregunta a cualquier ciudadano de cultura media quién es para él o para ella la primera mujer matemática de la antigüedad probablemente el nombre que más se repetiría sería el de Hipatia de Alejandría. Y es que, sin lugar a dudas, el impacto mediático de la figura de esta mujer es muy grande. A ello ha contribuido la gran cantidad de estudios divulgativos y el estreno en 2009 de la película Ágora, dirigida por Alejandro Amenábar. Pero ni Hipatía fue la única ni fue la primera. Aunque su figura eclipsó a las demás, estas merecen no caer en olvido. ¿Quién fue entonces la primera matemática de la historia?

Probablemente sea incluso de nombre desconocido. A pesar de los impedimentos sociales, siempre hubo mujeres que abrazaban el saber. Sin embargo, cabe destacar especialmente un grupo que contó con varias de ellas: la escuela pitagórica. Y entre sus miembros a una mujer envuelta en tanta leyenda como el fundador de ésta filosofía: Teano de Crotona.

La escuela pitagórica

La Escuela Pitagórica fue fundada alrededor del siglo V a. C. por el célebre filósofo y matemático griego Pitágoras, nacido en la isla de Samos (actual Grecia).

No es por todos conocidos el hecho de que además de filosófica, la Escuela Pitagórica, puede considerarse también una asociación religiosa y política. Fue un fenómeno muy popular en su época. De hecho, tuvo muchos seguidores que obedecían ciegamente a su maestro: el venerado Pitágoras, cuya figura tenía tanto peso que terminó por ser mitificada.

Mathematikoi

Contaba con numerosas particularidades que la hacían muy distintas al resto de escuelas de la época. Por ejemplo, entre sus seguidores, que debían esperar varios años antes de ser presentados al maestro y guardar siempre estricto secreto acerca de las enseñanzas recibidas, los había de dos tipos: los que pertenecían al círculo interno de la Escuela, que eran conocidos como los mathematikoi y otros menos involucrados, llamados akousmatikoi, que pertenecían al círculo externo.

Los primeros vivían para la Escuela, renunciaban a sus pertenencias personales, eran vegetarianos y vivían en completa comunidad de bienes. Hicieron de su filosofía un modo de vida que rozaba el misticismo. Los segundos tenían menos obligaciones, pues no necesitaban cumplir las estrictas reglas referentes a la alimentación y a la castidad que les eran exigidas a los primeros. Lo único que se les pedía es que estuviesen en la Escuela casi todo el día.

Este comportamiento de los distintos miembros de la Escuela es lo que permite que muchos consideren a éste grupo más como una secta que como una escuela.

De la matemática a los secretos del Cosmos

Sabido es por todos la gran afición por los números de éste colectivo. A diferencia de otros como los jónicos, todos los miembros de la Escuela, enseñados por el propio Pitágoras, buscaban la estructura del cosmos, no sus elementos materiales. Para ellos, el cosmos era el universo y significaba orden, organización, armonía, belleza. Todos los elementos que lo formaban eran reducibles a figuras geométricas y éstas a expresiones numéricas.

Por ello, los pitagóricos estudiaban las proporciones numéricas, ya que para ellos la estructura del cosmos era matemática. Es decir, estudiaban las matemáticas con un fin casi metafísico, esperando que ellas nos ayudaran a desvelar los secretos de la realidad que nos rodea y de nosotros mismos.

Lo que es menos conocido por el gran público es que éste peculiar grupo humano contaba con no pocas mujeres entre sus filas. A pesar de no ser común en la época, la escuela pitagórica, como ocurría con los estoicos, no hacía distinciones de género a la hora de decidir quién era merecedor de recibir tales enseñanzas.

Las mujeres en la escuela pitagórica

Aunque, como ya sabrán, en aquella época la mujer estaba marginada de las actividades científicas, en la Escuela pitagórica no existían prejuicios ni discriminaciones y se recibía por igual a hombres y a mujeres, aunque de alta estirpe y vinculadas a familias de aristócratas que pudieran permitírselo.

Como consecuencia, puede encontrarse un amplio círculo de mujeres en este grupo dedicadas a la ciencia y a la contemplación intelectual. Algo que conocemos en parte gracias al filósofo e historiador neoplatónico Jámblico.

En su obra la Vida de Pitágoras, Jámblico indica un listado de 32 estudiantes de la Escuela pitagórica, en el que figuran 17 mujeres, un número considerable pero que por desgracia no evitó que el olvido cayese sobre ellas. Entre las mismas hay una especialmente destacada por la tradición, que suele considerarse como la primera matemática pura de la historia, no es otra que Teano de Crotona.

Teano de Crotona

Teano, nacida en Crotona, en el s. VI a.C., más concretamente en el año 546, es para muchos autores la primera mujer matemática de la antigüedad. Sin embargo, el pitagorismo llevaba implícito un secretismo que no permite que sepamos muchos sobre ella o sobre si tuvo alguna antecesora.

Si acudimos a la mayoría de las fuentes, la información que podemos obtener sobre Teano es incluso contradictoria, aunque hay unanimidad en considerarla miembro de la Escuela pitagórica. La mayoría indican que Teano no sólo fue discípula de Pitágoras sino también que se casó con él cuando éste ya era viejo, a pesar de la diferencia de edad (unos 30 años). Pero aunque los datos personales son confusos, si cabe arañar un poco de su filosofía buscando los puntos en común de las referencias que se hacen de ella.

Sabemos que ésta mujer no pasó desapercibida en su tiempo. Fue considerada un modelo de mujer y filósofa por su dedicación al saber. Escribió numerosos tratados sobre matemáticas, física y medicina y fue precursora de la investigación científica. Pero, ¿qué hay de su pensamiento?

Filosofía de Teano

Al igual que el resto de los pitagóricos, pensaba que el Universo estaba regido por “el número”. Las matemáticas eran la vía para conocer el orden que regía el Cosmos. Sin embargo, en la escuela todos los trabajos se firmaban bajo el nombre de Pitágoras, por ello resulta difícil determinar quién es realmente el autor de cada uno de ellos. Estos trabajos no se conservan en papel y los conocemos gracias a los escritos de otros autores como Platón y Herodoto.

No obstante, a pesar de éstas dificultades los expertos coinciden en que el pensamiento de Teano se caracteriza por su constante búsqueda de la perfección y de la armonía. Y se le atribuyen como méritos propios una biografía de Pitágoras, un teorema sobre la proporción áurea, aportaciones a la teoría de números, a la teoría de poliedros regulares, a la cosmología, al origen del Universo, a la Física, a la Medicina, a la Psicología infantil y un trabajo titulado Sobre la Piedad.

Además de ello, en un tratado sobre la construcción del universo, Teano coincidiría con la escuela pitagórica en que éste está formado por diez esferas concéntricas: el Sol, la Luna, Saturno, Júpiter, Marte, Venus, Mercurio, la Tierra, la Contra-Tierra, y las estrellas.

Los siete primeros describen una órbita en torno a un fuego central, y las estrellas están fijas y se consideran inmóviles; en su teoría, las distancias entre las esferas y el fuego central están en la misma proporción que los intervalos en las escalas musicales.

Como vemos pues, tenemos una matemática que se adelantaba a nuestra querida y admirada Hipatia, pero no cuenta con la misma popularidad a pesar de que sus méritos están a la par.

Otras mujeres pitagóricas

A pesar de lo brillante de ésta figura femenina hay que decir también que no era un caso aislado. En la escuela pitagórica encontraremos otros nombres como Damo de Crotona, Myia o Myria, Arignote de Samos y Phintys (de las que los historiadores aún discuten si eran hijas de ella); Babelyca (o Vavelyka) de Argos; Boio de Argos; Cheilonis; Echekrateia de Phlius; Ekkelo y Okkelo de Lucania; Habroteleia de Tarento ; Kleaichma… Y otras tantas que cayeron en el olvido pero dedicaron sus esfuerzos, como la anterior, al avance científico.

Para muchas personas éste importante número de mujeres en ésta peculiar escuela filosófica ha supuesto que se califique a Pitágoras como uno de los primeros hombres feministas. ¿Es éste el caso? Lo cierto es que no. La entrada de mujeres en ésta hermandad responde a motivos bien distintos.

¿Era Pitágoras feminista?

No tenemos constancia de que Pitágoras entrara en ningún momento a defender los derechos femeninos. Debemos tener presente que hablamos de la mezcla de un filósofo y un místico. Aunque muchos pitagóricos participaron en política, a él le preocupaba en mayor medida su alma, y es precisamente su teoría del alma el motivo de que acepte a mujeres en su escuela.

Para Pitágoras el cuerpo no era lo relevante de la persona. El ser humano se dividía en tres partes, cuerpo, alma y espíritu. Y en ésta vida dedicó sus esfuerzos en la purificación espiritual (catarsis), que creía necesaria y pensaba podía pasar por distintos estadios y etapas, siendo necesario a veces incluso un proceso parecido a la reencarnación.

Por ello, si el alma es lo importante, el intelecto es lo que marca la diferencia para entrar en su hermandad, y por tanto las cuestiones mundanas, como el género, le eran irrelevantes. No era feminista entonces, pero tampoco discriminaba por razones de género.

Su escuela tuvo un importante número de mujeres que eran elegidas por el propio genio como dignas de ello, ya que era bastante selectivo a este respecto. No todos podían formar parte de éste grupo, con lo cual hablamos de grandes mentes del pasado que el tiempo y la historia ha dejado sepultadas, cuyo recuerdo merece la pena recuperar. Hablamos de las precursoras de la actividad científica, tanto como otros de su tiempo. No podía faltar, entonces, su presencia en una página como ésta.

Raquel Moreno Lizana.